El 25 de junio,
Marcelo Eduardo Palese, ingeniero agrónomo de
Nidera, publicó un artículo en el diario
La Nación donde deja ver la importancia que en la
Argentina, luego de nueve décadas de agricultura extractiva, de la perservación de los suelos argentinos, aceptando que en cada campaña no solo se mamejan cultivos sino que tambien se manejan recursos naturales.
Palace, en esta publicación, explicó hacia dónde debría ir nuestra atención: “En primer lugar se vuelve indispensable conocer las aguas para riego, ya sea su origen, volumen, calidad, proyección, interacción con los colindantes. También debemos aprender a leer cuántos nutrientes están vinculados a cada etapa del cultivo en su relación ambiente/suelo/contenido seminal/planta/grano/rastrojo. A su vez, es necesario evitar la lectura del valor absoluto o cuantitativo de fósforo e interpretar cómo están interactuando los nutrientes entre sí. Y, por último, monitorear el nitrógeno en el perfil del suelo, pero no en 20 días o 20 meses, sino en 20 años, considerando la variabilidad estacional que nos permita discernir sobre el origen del nitrógeno: si fuga desde una leguminosa, de la materia orgánica, de excreta animal, del hombre, del fertilizante, qué ranking ocupa y cómo se traslada la relación con los otros elementos y las condiciones de oxígeno en el suelo”.
A lo que añadió: “Asimismo, no se debe "descansar" en que altos niveles de fertilidad medidos en materia orgánica garantizan disponibilidad de nutrientes tales como
azufre,
zinc o
hierro. Vale entonces realizar el inventariado de cada ambiente y evaluar cómo califica la materia orgánica con fosfolípidos, enzimas o presencia de ceras y recuento de rizobiontes, entre otros registros. “Por tanto, la estrategia que se impone es la de configurar matrices que sean extensivas al sustento del suelo y no sólo del cultivo inmediato, con una nutrición magra y de escaso alcance para los objetivos autoimpuestos que ya rozan los 100 millones de toneladas de granos”.
Del mismo modo, explicó cómo se puede ser sustentables con eficiencia: “La primera respuesta que surge es minimizando la incertidumbre: generando más lecturas de suelos, con más diagnósticos, conformando "mapas" nutricionales y del impacto evolutivo de los cultivos y su biodiversidad, de los ambientes y colindantes, entre otros. Para consolidar los sistemas productivos en el tiempo es necesario trabajar interdisciplinariamente con una visión de "cuenca". Ya no alcanza con la asistencia de un asesor tranqueras adentro. La sucesión de transformaciones regionales abre la posibilidad de trabajar en "cuenca", conformando matrices de interacción y, con ello, la práctica de la evaluación de impacto, con normas de estandarización que aseguren una gestión inédita pero necesaria y de confiabilidad”.
Al terminar, el ingeniero agrónomo de
Nidera declaró que: “Los programas, en este sentido, deberían contemplar objetivos tales como la viabilidad a largo plazo. También la renta (la viabilidad financiera), la expansión (es decir, la capacidad empresarial de autolimitarse para satisfacer las necesidades de los colindantes) y la responsabilidad social (que promueve la armonía en los diversos estratos sociales). Para ser sustentables no hace falta otra cosa que aplicar el sentido común y, en definitiva, no aguardar a lo que el otro pueda ceder, sino ser impulsores de un bienestar para un medio ambiente que nos es propio”.
Fuente La Nación.